FSC-CCOO Madrid | 28 de marzo de 2024

El 28 de abril reivindicamos un trabajo saludable y un trabajo decente: el trabajo es vida

    Hoy es el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo y este año más que nunca nos debe llevar a una reflexión sobre las relaciones de producción.

    28/04/2020. Ángel Moreno / Coordinador sectorial y responsable de Salud Laboral de FSC-CCOO
    Slud laboral

    Slud laboral

    Hoy 28 de abril se celebra el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo. Este año fruto de la pandemia del COVID-19, nos encontramos con una situación excepcional que nos debe llevar a una profunda reflexión sobre el modelo actual de relaciones de producción y sobre el sistema que lo sostiene.

    Si algo nos ha demostrado el COVID-19 es que la prevención en el mundo del trabajo era muy débil, que los servicios de prevención son un instrumento precario y sometido a intereses económicos y que los mecanismos de control no han funcionado, bien porque el vacío institucional se ha hecho más patente o porque los ya existentes carecen de recursos para afrontar cualquier crisis de cierta magnitud.

    El trabajo -y las condiciones en las que se desarrolla- nunca es neutro en salud. El trabajo te aporta salud física y psíquica, te cohesiona como sociedad o te debilita como proyecto colectivo. La ausencia de empleo es un generador de enfermedad social o individual. Solo un trabajo saludable puede calificarse como decente y es ahí donde debemos poner el acento: en esa necesaria fusión entre la salud y las condiciones de trabajo para determinar cualquier modalidad laboral.
    El trabajo nunca debe estar por encima de la salud, ya sea salud laboral o salud pública. El trabajo debe tener un carácter emancipatorio, debe ser un elemento que genere bienestar y sea un factor de desarrollo personal y colectivo. El trabajo es vida.

    El modelo socioeconómico dominante ha construido unas relaciones de producción que priorizan el rendimiento económico sobre la calidad del trabajo. La plusvalía es el eje que domina las relaciones de producción y las personas trabajadoras son una mera mercancía que intercambia su trabajo por un salario. El capitalismo en su versión actual neoliberal no es nada nuevo, pero sí es bueno que recordemos que las consecuencias de un trabajo que nos enferma tienen su origen en un sistema que nos oprime. La precariedad y la falta de salud laboral no son maldiciones divinas, son consecuencia de la correlación de fuerzas de un sistema que explota a las clases trabajadoras.

    La crisis del 2008 redefinió unas nuevas relaciones de producción caracterizadas por la precariedad. Detrás de este eufemismo, nos encontramos con un nuevo modelo de explotación que configura una modalidad de trabajo donde la pobreza y la falta de seguridad y salud son ejes dominantes. La salida de la crisis sanitaria puede ser una oportunidad para reformular las actuales relaciones de producción o todo lo contrario: puede ser el acicate definitivo para consolidar la desigualdad como propuesta dominante del actual modelo neoliberal.

    Una vez que la crisis sanitaria remita y podamos analizar sus efectos sobre un sistema sanitario muy debilitado y altamente privatizado, que el neoliberalismo ha ido destrozando, llegaremos a la construcción del relato de salida, un relato que las derechas mediáticas, políticas y económicas de este país llevan tiempo anticipando, a través de la propaganda que les facilitan las redes sociales.

    En este contexto, cuando la crisis sanitaria esté controlada empezará una nueva etapa de lucha de clases, donde el neoliberalismo, una vez que se ha aprovechado del Estado, volverá a abordarlo con el objeto de debilitarlo y seguir obteniendo plusvalía de lo público. La oligarquía y sus élites volverán a remarcar la necesidad de adelgazar el Estado, de reformar un sistema de pensiones que alegarán que no es sostenible y recortar los servicios públicos con la consabida excusa de que son más onerosos. La austeridad renacerá como dogma inquebrantable. Frente a ello, la izquierda social deberá pedir más Estado, más reparto de la riqueza, más servicios públicos y más trabajo, con condiciones dignas y saludables.

    Pero no nos engañemos, en este mundo nuevo después de la crisis sanitaria, donde algunos dicen que nos adentraremos, será la correlación de fuerzas la que establecerá las diferentes salidas económicas, sociales, etc. y ahí el sindicato volverá a tener un papel muy relevante. El sindicato como servicio esencial cuya presencia ha sido determinante en la pandemia para garantizar seguridad y salud laboral y, en definitiva, la vida de la clase trabajadora deberá ser un elemento fundamental en la necesaria movilización del conjunto de los trabajadores y trabajadoras. No podemos consentir que el sistema económico se contraponga a lo importante, que es la salud y la vida de las personas trabajadoras.

    Toca por tanto reforzar la correlación de fuerzas para que las crisis no las paguen las clases populares y trabajadoras, toca iniciar el camino de la transformación del modelo socioeconómico, que garantice una vida digna, que modifique un sistema de producción muy vinculado al monocultivo del turismo y que apueste sin dudas por la distribución clara de la riqueza, apoyado por un sistema fiscal progresivo que nos dote de los recursos económicos suficientes.

    Hoy 28 de abril, Día Mundial de la Seguridad y Salud en el trabajo, hoy más que nunca es el momento de reivindicar un trabajo decente que garantice la seguridad y la salud en el trabajo, reivindicar trabajo saludable para todas y con retribuciones dignas. No va a ser fácil porque las élites van a querer que la perdida de riqueza recaiga sobre las clases trabajadoras y populares, para ello debemos organizarnos, formarnos y movilizarnos.

    Desde FSC-CCOO hemos lanzado una campaña durante estos últimos días reivindicando el sindicato como agente generador de VIDA, donde destacamos el papel del sindicato como un servicio esencial que ha puesto todos sus recursos y sus esfuerzos en garantizar la VIDA de la clase trabajadora a la que defendemos, porque sin nuestra presencia nuestra clase hubiera salido aún más dañada en esta pandemia. Porque, no nos equivoquemos, esta pandemia sí entiende de clases, es el personal trabajador el más afectado por el COVID-19, la crisis sanitaria ha hecho más estragos sobre aquellos que tienen menos recursos.

    Frente al ataque de parte de una derecha mediática y política que ha utilizado todos sus resortes para debilitar a las organizaciones sindicales de clase, las Comisiones Obreras han estado en los centros de trabajo, a pie de tajo, defendiendo la salud del personal trabajador, peleando por su seguridad. Volverán de nuevo y nos encontrarán más fuertes.

    Hoy 28 de abril, más que nunca, nos sentimos orgullos de nuestra gente de las Comisiones Obreras, el corazón de la gente trabajadora.