FSC-CCOO Madrid | 20 de abril de 2024

Isadora Duncan: la que aprendió del mar

    Considerada la creadora de la danza moderna, Angela Isadora Duncan, conocida como Isadora Duncan, fue una mujer libre movida por la pasión a sus ideales. Nacida en 1877, en San Francisco, rompió moldes. En su familia (su madre y tres hermanxs) la rebeldía se convirtió en el arte de vivir. Pobres, muy pobres desde que su padre, empresario minero de Sacramento les abandonó, el clan Duncan caminó por la senda del culto al arte, la belleza y a Grecia. 

    07/06/2021. Begoña Marugán Pintos, adjunta a la Secretaría de las Mujeres FSC-CCOO
    Isadora Duncan, ilustración de Eva Sanabria Álvarez

    Isadora Duncan, ilustración de Eva Sanabria Álvarez

    Abandonó la escuela a los once años porque nada le pareció más inhumano que el sistema escolar y se dedicó desde entonces a bailar. Detesta la enseñanza en las academias que encorsetan y solo reconoce a la naturaleza como escuela porque para ella el arte es, ante todo, un cuerpo liberado.

    Isadora se inspiró en la naturaleza, sobre todo en el mar, utilizar su cuerpo danzando de forma natural. “De la contemplación de las olas cuando era niña, me vino la primera idea de la danza”, escribió más tarde. Trataba de seguir su movimiento y bailar a su ritmo. Vestida con túnicas vaporosas, el pelo suelto, sin maquillaje y descalza se movía buscando la esencia que viene del interior y que ello emociona.

    A los veintidós años ya en Europa busca en la danza el surgimiento de una sociedad libre y humana, tal y como concebía a lo que fue la antigua Grecia. Le parecía importante esa labor redentora, pero esa tarea no pensaba que pudiera hacerla un hombre. Si para ella la danza es un combate por una ideología de libertad, una de sus primeras conquistas será centrarse en la emancipación de las mujeres” (Lever,1989:48). Algo que había intuido desde muy niña cuando fue abandonada por su padre y entendió el matrimonio como la más despreciable de las esclavitudes y decidió dedicar su vida a la liberación de las mujeres, luchando por el derecho a procrear sin someterse a un contrario. 

    Su estilo de bailar y de vivir rompía con lo establecido, la moral y las convenciones sociales. Lo que se agudizó aún más con la muerte de sus dos hijos de 7 y 3, años ahogados en un accidente en el Sena, lo que provocó no poca incomprensión del público. 

    Tras su paso por París, Inglaterra y Argentina simpatizó con la revolución social y política en la nueva Unión Soviética, por lo que en 1922 se trasladó a Moscú, pero las difíciles condiciones económicas de Rusia no le permitieron vivir de su arte y debió volver a Europa. Donde moriría a la edad de 50 años en un accidente de tráfico estrangulada por la larga chalina que llevaba alrededor de su cuello en Niza.